GOVERNANCE REGIONAL*

 

por Myriam Consuelo Parmigiani de Barbará**

 

 

 

Resumen: El artículo se propone contribuir al desarrollo de “una nueva epistemología regional". Precisa para ello un concepto de región subnacional interprovincial, a la que entiende como un sistema de relaciones sociales diferenciado, complejo, flexible y abierto, como una política pública diversa (una “macropolítica”) que involucra a múltiples actores gubernamentales y no gubernamentales, como, en fin, un “proyecto colectivo”. Sostiene luego que el paradigma teórico de la governance, articulado con el enfoque neo-institucional y el análisis de redes, permitirá conocer adecuadamente el sistema de relaciones regionales.

Como una aplicación de las ideas anteriores, el trabajo muestra luego las redes de desarrollo regional detectadas en el caso de la Región Centro de la República Argentina, a partir de las reputaciones de poder o influencia. Caracteriza asimismo dichos sistemas teniendo en cuenta la estratificación de la influencia, los sectores involucrados y los recursos de poder y formula algunas conclusiones que surgen de esa caracterización.

 

Palabras claves: región subnacional – governance – neo-institucionalismo – análisis de redes – innovación institucional

 

 

"...Gran parte del conocimiento que se tenía sobre la fenomenología del desarrollo regional ha dejado de tener relevancia, entre otras razones, por la transformación de contextos 'cerrados' en 'abiertos' y por los efectos de la Revolución científica y tecnológica sobre la 'fricción de la distancia'. Ello explica la renovación epistémica en marcha. Los conocimientos sobre 'lo regional' están en plena transformación y resulta difícil predecir un resultado final o definitivo. Tal vez lo único claro resulte el absurdo de permanecer apegado al pasado" (Boisier, S., 1995:1)

 

 

1. Precisiones introductorias

 

            Interesa en este trabajo abordar el fenómeno regional subnacional interprovincial en la República Argentina, el que se sitúa en la intersección de dos procesos, que a su vez se inciden recíprocamente: el de la complejización, originada por las fuerzas de apertura, multiplicación y dispersión hacia afuera y hacia adentro del Estado-nación asociadas a la globalización, por una parte, y el de los cambios en las modalidades de intervención y gestión del Estado, por la otra. Respuesta a la vez que manifestación, pues, de una realidad modificada, el fenómeno regional requiere de nuevos conceptos y nuevas estrategias metodológicas para su conocimiento.

 

            En este orden de ideas y como punto de partida para todo análisis, se propone entender a la modalidad regional aquí considerada[1] como “... un sistema de relaciones sociales altamente interdependientes, diferenciadas y/o complementarias y territorialmente organizadas cuyo vigor, en términos de desarrollo de potencialidades y capacidad de persistencia, se asocia a su aptitud para interrelacionarse con otros sistemas sin afectar negativamente su capital sinergético” (Parmigiani de Barbará, M.C., 2000: 97)[2].. En tanto modalidad territorial del diseño organizacional del poder, la región bajo examen lleva ínsita no sólo la articulación con el espacio sino una dimensión de intencionalidad política[3]: aparece en ella como dominante la noción de organización compleja en un territorio.

 

            La conceptualización adoptada permite acentuar la visión de región como “proyecto colectivo”: es una formación social para el desarrollo económico y social (cf, art.124 CN), y por consiguiente no es “algo que está ahí”, afuera de los sujetos, sino un sistema de acción social voluntario, intencional, que en consecuencia y a pesar de su necesaria referencia al espacio, no hay que identificar con la geografía. La región subnacional emergente no es la tradicional región geográfica, ni es sinónimo de región económica y como tal configurada de modo causal por ciertas relaciones que tipifican una determinada estructura de producción e intercambio de bienes, ni tampoco se resuelve en una cuestión histórico-cultural o incluso jurídico-formal. Sin duda que todos estos condicionantes pueden operar positivamente para la emergencia y desarrollo de la región, pero si su aprovechamiento y maximización no es planteado como estrategia -lo cual depende de preferencias, intereses y recursos de los actores sociales concretos-, la región no se efectiviza. Dicha estrategia conduce a un proceso centrípeto, en una dialéctica compensatoria intencionada de reducción de la inestabilidad e incertidumbre.

 

            Vinculados al carácter intencional de la región, hay que insistir en dos conceptos que funcionan con centralidad ordenadora: el de flexibilidad y el de coordinación. Particularmente importante es este último, dotado de especial capacidad descriptiva y explicativa, dado que la región que interesa es la intencional, en tanto proyecto de desarrollo. Su fuerza para concretarse como sistema efectivo de relaciones tiene pues como condición necesaria el consenso, es decir, manifiéstase como auto-coordinación, y no como coordinación jerárquica, diseñada e impuesta por el nivel central. Esta coordinación puede concretarse en una región asociativa o bien en una región virtual. Sin duda, las regiones interprovinciales argentinas emergentes, con la características de contigüidad territorial, permanencia y proyecto identitario común, corresponden al primer tipo.

 

            Hay que insistir en que la conceptualización propuesta no pretende ignorar la fuerza de los múltiples factores que constriñen o facilitan el desarrollo económico y social y, en consecuencia, los procesos de regionalización a él asociados. Entre dichos factores ya al comienzo se hizo referencia, por caso, al contexto globalizado, dentro del cual “debe” (enúnciase prescriptivamente, en el carácter de respuesta posible al desafío y a la oportunidad) emerger la región-proyecto colectivo. Boisier lo formula con gran lucidez: “Nuestra posición es que el crecimiento económico de un territorio, en el contexto de un sistema más y más globalizado,  tiende a ser más y más exógenamente determinado. ...Esta afirmación va de la mano con otra, que sostiene que el desarrollo de un territorio, en el mismo contexto globalizado, debe ser el resultado de esfuerzos endógenos, una afirmación de profundas y amplias repercusiones en varios campos, que llega hasta la cuestión de la cultura y de los mecanismos de defensa social frente a una posibilidad de alienación total” (1997: 3-4)[4].

            El caso de la Región Centro de la República Argentina ejemplifica bien la lógica enunciada: ella surge en el marco del Mercosur y de la política de “regionalismo abierto”[5], básicamente para concretar un corredor de negocios bi-oceánico. La respuesta al nivel exógeno[6] busca de tal modo aprovechar la oportunidad histórica para activar otras regiones que puedan quebrar el crónico desequilibrio argentino a favor de la ciudad de Buenos Aires y su área de influencia. Formalizada con la firma del Tratado de Integración Regional entre las Provincias de Córdoba y Santa Fe, el 15 de agosto del año 1998, a las que se incorporó la Provincia de Entre Ríos en abril de 1999 (si bien ésta aún no ratificó el tratado), se apoya endógenamente en varios factores tales como el federalismo de concertación estimulado por la reforma constitucional de 1994, una excelente ubicación en el llamado “corredor austral de crecimiento” (aunque con serias falencias en materia de infraestructura de comunicaciones), la complementariedad económica acompañada por indicadores de desarrollo semejantes (particularmente respecto a las provincias de Córdoba y Santa Fe) y un sector no estatal bastante dinámico, en el marco de un proceso generalizado de retracción de la matriz estadocéntrica, entre otros.

            En relación al último factor, hay que tener presente que la emergencia de innovaciones en la estructuración territorial del poder a través de la creación de regiones subnacionales no es ajena al acrecentamiento de la complejidad social y a las nuevas y aumentadas exigencias de coordinación por parte de una instancia estatal cuya centralidad ha desaparecido o se ha debilitado. Afirmaciones como las del paso “de un Estado red en lugar de un Estado pirámide” (Kliksberg, 1994:33), “del Estado céntrico a la sociedad de redes” (Messner, 1999:77), o las denominaciones “Estado cooperativo” o “Estado negociador” u otras análogas, son hoy corrientes en la literatura sobre reforma del Estado y análisis y gestión de políticas públicas. Todo ha conducido a un sensible ascenso de la complejidad social, con una mayor diferenciación e interdependencia entre los subsistemas (económico, político, jurídico, educativo, sanitario, etc.) y hacia su interior (especialización y sectorización de actividades). Emerge una “sociedad organizacional” con múltiples actores colectivos (partidos políticos, clubes, ligas, empresas, asociaciones de intereses o intermedias de diversos grados, organizaciones solidarias, iglesias, etc.), una "sociedad policéntrica sin vértice ni centro" si esta expresión de Luhmann se reduce a su justo límite: el de una lógica relativamente autónoma de los subsistemas, cuyo campo propio se afirma y expande a través del accionar estratégico de actores con intereses condicionados (no determinados) por dicha lógica (Parmigiani de Barbará, 1997: 266 y 272/273). Por ejemplo en el caso aquí abordado, el de la Región Centro, ya en la etapa anterior a la firma del Tratado de Integración entre las Provincias de Córdoba y Santa Fe para institucionalizarla formalmente, diversos actores no gubernamentales se habían pronunciado públicamente apoyando y estimulando el emprendimiento y se hicieron luego presentes en la firma del mencionado instrumento legal (Bolsa de Comercio de Córdoba, Academia Nacional de Derecho, Cámara de Industriales Metalúrgicos, Unión Industrial de Córdoba, el sector sindical metalúrgico a través de SMATA, entre otros).

           

 

2. Propuesta teórico-analítica.

 

            Si de conformidad a las precisiones anteriores, corresponde acentuar en la consideración de la región subnacional interprovincial su impronta relacional y de coordinación horizontal o negociada, orientada al desarrollo económico y social, en un mundo globalizado y de fronteras porosas entre lo público y lo privado, proponemos aquí responder a la demanda formulada por Boisier respecto a “una nueva epistemología regional” desde el paradigma de la governance.

 

Los enfoques de governance están presentes desde mediados de la década del setenta en los desarrollos teóricos que acentúan el papel de la coordinación en diversos campos, como en el económico (a través del cuestionamiento de la rígida distinción mercado/Estado o mercado/jerarquías corporativas unitarias) o en el de las relaciones internacionales (contra el realismo convencional con el orden centrado en el Estado-nación soberano). Muchos cientistas políticos, por su parte, han priorizado para la comprensión y direccionamiento de los proceso de políticas el “enmarañamiento” –cada vez más complejo, por lo demás- de redes de poder y otras formas de relación entre agencias gubernamentales y actores no gubernamentales, así como entre niveles diversos de gobierno (nacional, supranacional y subnacional). El campo general de estudios de la governance, como dice Bob Jessop (1999: 52)[7] “...podría ser definido como el campo de resolución de problemas (para)políticos (en el sentido de búsqueda colectiva de objetivos o realización de propósitos colectivos) en, y a través de, configuraciones específicas de instituciones, organizaciones y prácticas gubernamentales (jerárquicas) y extragubernamentales (no jerárquicas)”.

 

            Este laboreo teórico se corresponde bien con las preocupación por la “gobernabilidad” que se ha reinstalado en los últimos años en la praxis política de los Estados. Esta preocupación no tiene que ver ya tanto con el objetivo de la estabilidad sistémica y la correspondiente adecuación entre demandas y respuestas, cuanto con el desafío de superar o paliar los efectos negativos de las denominadas “reformas de primera generación” (privatización, desregulación, achicamiento del aparato burocrático y descentralización), en un esfuerzo por lograr instituciones y prácticas que promuevan, realicen y sostengan el desarrollo humano, particularmente de los sectores más excluidos. Se ha tornado ésta una cuestión sobre la que insisten los propios organismos internacionales de crédito y cooperación que han prohijado –y continúan apoyando, en general- a las reformas de primera generación. Resulta ilustrativo en tal sentido el documento emitido en el año 1997 por el Management and Governance Development Programme (MGDP), organismo dependiente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo; el mismo, luego de reiterar el concepto más primigenio de “gobernabilidad” como “gobierno” al definirla como “...el ejercicio de la autoridad política, económica y administrativa para gestionar los asuntos de una nación”, agrega que se trata de “... los complejos mecanismos, procesos e instituciones a través de los cuales los ciudadanos y grupos sociales articulan sus intereses, ejercen sus derechos y obligaciones legales, y median sus diferencias”. Obsérvese que mientras la primera parte de la definición privilegia la problemática de la gestión –a cuya eficientización apuntan las reformas de segunda generación con procesos de reingeniería institucional y formación de recursos humanos-, la segunda enfatiza el significado de las estrategias de articulación con la sociedad civil.

 

            Ambos aspectos son complementarios y así se manifiestan en la cuestión regional subnacional examinada, la que debe ser analizada como una política pública para el desarrollo, hoy también destacada en la agenda de innovaciones y ubicada dentro de las reformas de segunda generación en marcha. Su tratamiento como política pública es teóricamente consistente, pues implica un proceso relacional de solución de problemas y producción de bienes colectivos, con complejos momentos de decisión e implementación; en verdad, la regionalización integra un verdadero “paquete” de políticas (de desarrollo de infraestructura para el transporte y las comunicaciones, crediticia, de regulación de honorarios profesionales, de promoción del comercio exterior, educativa, fiscal, de seguridad, etc.).

 

            Asimismo, en tanto dicho proceso se efectiviza a través de relaciones de coordinación interjurisdiccional negociada entre diversos órdenes de gobierno, en ejercicio de las facultades concurrentes o compartidas, así como con actores no gubernamentales y entre éstos, a los fines de la promoción del desarrollo económico y social, surge una malla de relaciones. Ésta debe ser captada y caracterizada en un “sociograma regional”, el cual orienta sobre las debilidades y fortalezas de una región. El enfoque del análisis de redes provee instrumentos teóricos y técnicos para tal tarea, así como su utilización dentro de otro enfoque, el neoinstitucional centrado en actores[8], le otorgará suficiente amplitud analítica y reforzará el paradigma de la governance evitando incurrir en cualquier descontextualización de la acción social.

 

            La propuesta teórico-metodológica reseñada exigirá pues diversos niveles de análisis al estudiar la política pública compleja en que consiste el desarrollo regional. Ellos son:

-         La contextualización de la acción en el marco institucional[9], fundamentalmente jurídico. Este marco es considerado dinámicamente, como conformador de las orientaciones de acción pero a la vez transformado por ellas; el mismo dota de certeza y previsibilidad a las conductas, las hace más regulares y expectables, en un entorno de sucesos de alta y rápida variabilidad.

-         La contextualización de la acción en relación a otras variables estructurales (económicas, históricas, geográficas, socio-culturales) que se manifiesten de interés como constriñentes o habilitantes de las conductas relativas al fenómeno bajo estudio.

-         La determinación de la constelación de actores interactuantes y su caracterización según prominencia y sector subsistémico de actividad, capacidades (recursos) e intensidad de relaciones (cohesión) y semejanza de pautas de relaciones entre ellos (equivalencia estructural).

-         La determinación de la orientación a la acción, lo que exige a su vez al analista realizar sucesivas diferenciaciones en dos nuevos niveles: el cognitivo y el motivacional.

 

            El esquema analítico que precede, en sus sucesivos niveles, ha sido utilizado para una investigación sistemática sobre la Región Centro de la República Argentina.[10]; en lo que sigue, se presentan algunos de sus resultados, seleccionado aquellos orientados a una primera visualización de la región como construcción relacional.

 

 

3. La Región Centro de la República Argentina como red de relaciones para el desarrollo.

 

            Al indagar las relaciones entre actores para el desarrollo, no debe perderse de vista que el bien común no es -como en el modelo del mercado- el resultado de una “mano invisible”, el subproducto no buscado de una acción dirigida a fines, sino el producto buscado de una acción que se estructura colectivamente y que desarrolla múltiples redes de intercambio no limitadas al corto plazo; éstas requieren medios generalizados como poder o influencia, disponibilidad de bienes o servicios para transacciones, confianza, información, etc. Se considera en este artículo la primera reticulación, la que resulta del poder o influencia “intercambiado” en la cuestión regional, que es la que define los límites del sistema.[11]

 

 

3.1 Composición y estructura de las redes de influencia

 

            Deben reconocerse como actores reputados relevantes en un sistema de decisión política regional, a individuos y organizaciones participantes tanto en los ámbitos gubernamental como no gubernamental, sean de carácter regional o extraregional, que desarrollen actividades de índole política o social (incluidos en esta última categoría también los económicos: productores, empresarios y negocios en general), siempre que se los identifique por su capacidad de afectar procesos de políticas públicas por otros, a su vez, también reconocidos por esta misma capacidad. Esta última condición del reconocimiento por otro/s -que se ha definido como el “principio de la mutua relevancia”-, opera en el contexto de un sistema social dado como el criterio de inclusión/exclusión (complejización/simplificación) mediante el cual se hace distinguible una red de influencia política en tanto subsistema diferenciado.

 

            La relevancia del actor en la red se midió mediante un Indice de prominencia ponderado (Ipr)[12]. Los Cuadros 1 a 4 presentan el número de influyentes -organizados por sectores de actividad social y ordenados de mayor a menor prominencia- que corresponde sucesivamente a la red regional global y a las redes regionales de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. La primera red se trabajó sobre la totalidad de actores y menciones (incluidas las menciones de actores localizados en una provincia respecto a localizados en otra); las restantes, se trataron como subsistemas, localizando en la red a actores de la misma provincia y respetando siempre el criterio de la mutua relevancia. Se advierte que en ningún caso se mencionaron actores no localizados en las provincias, es decir, extraregionales; la mención a los Senadores y Diputados Nacionales pero provenientes de las provincias signatarias no ha sido considerado una excepción a esta regla. También, que las menciones se refieren en todos los casos a actores colectivos (a quienes se entrevistó a través de su representante de mayor jerarquía), lo que es coherente con la relevencia ya empíricamente verificada para sistemas de cierta complejidad, sin perjuicio naturalmente de la existencia de liderazgos personales dentro de la organización; pero la base organizacional del poder social es un dato recurrente.

 

 

Cuadro 1: Red total de influencia de la Región Centro por Sectores Institucionales según Rangos de Prominencia. Provincias de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. N=105.

 

Rangos de

Sectores institucionales

 

Prominencia

Sector Gobierno

Sector Empresarial

Sector Profesional

Sector Académico

Sector

Sindical

Total

0.0403-0.030325

3

 

5

 

-

 

1

 

-

 

9

(8.6)

0.030324-0.02035

5

 

7

 

-

 

1

 

-

 

13

(12.4)

0.0234-0.010375

21

 

5

 

-

 

1

 

-

 

27

(25.7)

0.010347-0.0004

8

 

19

 

18

 

8

 

3

 

56

(53.3)

Total

37

(35.2)

36

(34.3)

18

(17.1)

11

(10.5)

3

(2.9)

105

(100)

 

 

            El número total de actores de la red global regional asciende a N=105, de los cuales n= 44 corresponden a la Provincia de Córdoba, n= 23 a la de Entre Ríos y n=34 a la de Santa Fe[13]. La especificidad de la red global (que es estrictamente la red regional) se denota en que resultan localizados en ella n=4 actores más que los que resultarían de la simple sumatoria de las otras redes; esto se debe a que aparecen en la red global actores que han logrado prominencia por menciones de actores de alguna de las otras dos provincias distintas a la que pertenece, revelando ello interpenetración regional.

 

            A los fines del análisis, dos mediciones de interés descriptivo son el grado de estratificación y el nivel de diferenciación social de la red. La primera tiene que ver con el nivel de concentración de influencia que puede mostrar la red e indica el grado de jerarquización existente entre los actores reputados como influyentes. La segunda muestra la diversidad de la base social representada en el red, es decir el alcance de la selectividad (inclusión/exclusión) que manifiesta un sistema dado y, en consecuencia, evidencia qué sectores institucionales expectablemente tienen potencial o efectiva participación en la toma de decisión, sea través de conductas cooperativas o de veto.

 

            Con el objetivo de determinar el grado de jerarquización de la red se procedió a clasificar el Indice de Prominencia de los actores por rangos. Para conocer su nivel de diferenciación social se categorizaron las posiciones institucionales de los actores, estableciendo su pertenencia a cada categoría en función de la actividad principal[14].

 

            Las características más significativas de la red regional global se reproducen, en términos generales, en las subredes.

 

Cuadro 2: Red de influencia de Córdoba por sectores institucionales según rangos de prominencia. N=44.

Rangos de

Sectores institucionales

 

Prominencia

Sector Gobierno

Sector Empresarial

Sector Profesional

Sector Académico

Sector

Sindical

Total

0.1292 – 0.097275

2

2

 

1

 

5

(11.4)

0.09274 – 0.06535

5

4

 

 

 

9

(20.5)

0.06534 – 0.033425

6

6

 

1

 

13

(29.5)

0.033424 – 0.0015

1

5

6

2

3

17

(38.6)

Total

14

(31.8)

17

(38.6)

6

(13.7)

4

(9.1)

3

(6.8)

44

(100)

 

Cuadro 3: Red de influencia de Santa Fe por sectores institucionales según rangos de prominencia. N=34.

Rangos de

Sectores institucionales

 

Prominencia

Sector Gobierno

Sector Empresarial

Sector Profesional

Sector Académico

Total

0.1330 – 0.10

2

2

 

1

5

(14.7)

0.09 – 0.067

4

3

 

 

7

(20.6)

0.066 – 0.034

4

2

1

 

8

(23.5)

0.033 – 0.0010

1

6

6

2

14

(41.2)

Total

11

(32.4)

13

(38.2)

7

(20.6)

3

(8.8)

34

(100)

 

 

Cuadro 4: Red de influencia de Entre Ríos por sectores institucionales según rangos de prominencia. N=23.

 

Rangos de

Sectores institucionales

 

Prominencia

Sector Gobierno

Sector Empresarial

Sector Profesional

Sector Académico

 

Total

0.2571-0.2004

1

3

 

 

4

(17.4)

0.2003-0.1437

5

2

 

 

7

(30.4)

0.1436-0.087

5

 

2

 

7

(30.4)

0.086-0.0303

1

 

3

1

5

(21.8)

Total

12

(52.1)

5

(21.8)

5

(21.8)

1

(4.3)

23

(100)

 

            La lectura de los totales por columna de los cuadros indica el nivel de actividades o sectores diferenciados que están involucrados con poder o influencia en al cuestión del desarrollo regional; o sea, la inclusión/exclusión en el sistema de la diversidad de actividades de la base social de la región

            La categoría Gobierno comprende a las organizaciones estatales, cualquiera sea su nivel jurisdiccional político-territorial (Nación, Provincia o Municipios) o rol según la distribución funcional horizontal del poder (ejecutivo, legislativo o judicial) y sea que su acceso a los mismos sea a través de elecciones (en el caso estudiado, Gobernadores, Cámaras de Diputados y Senadores provinciales y nacionales, Ejecutivo Municipal, Concejos Deliberantes) o por asignación (Ministerios, Secretarías, Subsecretarías, Poder Judicial).

 

            Obsérvese que no aparece el sector político no gubernamental, que suele estar presente en algunas investigaciones de redes de políticas; ello ese justifica, pues los partidos políticos están indirectamente presentes en la estructura de poder a través de la ocupación de cargos o roles en la estructura estatal por parte de sus miembros. Tampoco se hace presente la categoría sector comunitario, que incluye actores como Iglesias o clubes, ni el sector medios de comunicación. Ello es coherente con el proceso de constitución de la Región Centro: por más que no polariza sus objetivos hacia lo económico pues interesa también lo social, político y cultural, han jugado un papel de peso los actores empresariales y junto a ellos, los académicos (a través de dictámenes, estudios y promoción de foros de discusión), como ya se advierte en la referencia sumaria sobre el proceso de su emergencia, por los que estos últimos se diferencian como un subsistema relativamente autónomo (sector académico) de lo que podría denominarse cultural-comunitario, de menor especificidad. La ausencia del sector medios de comunicación bien puede explicarse por la ausencia de medios orales, escritos o televisivos de alcance e impronta regional; en la medida en que se localicen en el futuro en la red, se estará en camino de solucionar la carencia hoy existente de la insuficiente difusión de la región y de sus realizaciones y demandas, contribuyendo al desarrollo regional.[15]

 

            A la par del sector gubernamental, hallazgo expectable en todo estudio de influencia política por la disponibilidad del recurso de producción normativa o recurso de autoridad, como lo llama la teoría, resalta el peso cuantitativo del sector empresarial y su preponderancia en los rangos de mayor prominencia. Un dato muy interesante es que mientras en las redes de Córdoba y Santa Fe (Cuadro 2 y Cuadro 4) el peso se acentúa (38.6% y 38.2% de los actores, respectivamente, frente al 34.3% de la red global), en la de la Provincia de Entre Ríos (Cuadro 3) el sector pierde presencia en la estructura de poder (21.8%) y la incrementa notoriamente el gubernamental (52.1% frente al 35.2% de la red global). Estos hallazgos reflejan la historia de la cuestión: hay una decisión de integración que el Gobierno de esa provincia produce ante la invitación de los Gobernadores de Córdoba y Santa Fe, no sin apoyo de sectores empresarios, por cierto, pero los hechos dicen más de intercambios productivos y comerciales con las provincias mesopotámicas o incluso con Uruguay o el sur de Brasil. Tampoco en la red regional de Entre Ríos se localizan actores académicos, que aparecen incluso en el primer rango de la estructura en las otras redes.

 

         Mientras el sector empresarial tiene un fuerte presencia en la red, bajo las distintas formas de su actividad: agrícolo-ganadera, industrial (metalúrgica, alimenticia, construcción, agroindustria, etc.), comercial, financiera y servicios en general (transporte, turismo), los actores sindicales son pocos y de muy baja prominencia. En todas las redes las organizaciones profesionales, aún cuando se articulen en número interesante, no poseen alta prominencia; en realidad, ellas se han activado más tardíamente que el sector empresarial, disponen de menos recursos de poder en general -también para las cuestiones de desarrollo regional- y su movilización ha acaecido sobre todo a raíz de cuestiones muy específicas del sector pero que integran con otras (impuestos, energía eléctrica, etc.) la estructura de costos que los empresarios quieren plantear en la discusión y resolver: desregulación de honorarios profesionales, aportes a las Cajas profesionales, régimen de regulación de la matrícula. Resta llamar la atención sobre la débil presencia de los municipios –no obstante el extendido proceso de descentralización, particularmente en Córdoba-, al punto que sólo se localizan en la red las ciudades capitales de provincia, el municipio de Rosario (centro urbano santafecino de singular envergadura, dotado del valioso recurso de un puerto para buques de gran calado y que compite por la preeminencia provincial) y otras cuatro ciudades importantes. No obstante, hay que rescatar interesantes experiencias conjuntas en localidades de la zona de frontera que, si bien no está presente en ellas la perspectiva de inserción en un proyecto regional, configuran un sustrato que contribuye a la solidez del espacio regional en tanto sistema de relaciones.

 

            El sistema de relaciones de poder adquiere una conformación piramidal -como es previsible a cierto nivel de diferenciación y complejidad-, pero la estructura confirma la horizontalización de las relaciones entre estado y sociedad civil que fuera uno de los supuestos del presente trabajo, así como que dicha tendencia se refuerza a mayor desarrollo y complejidad social (caso de las redes de influencia en Córdoba y Santa Fe, en relación a Entre Ríos).

 

 

3. 2 Los recursos de influencia.

 

            La selectividad propia del principio de mutua relevancia, en tanto va operando con el criterio de inclusión/exclusión, es el resultado de la atribución de influencia que tiene lugar por los actores en un sistema de acción social. En tal sentido, hay que recalcar que el poder no es nunca algo “poseído” sino “atribuido”; se tiene poder o influencia en tanto otros reconocen la capacidad actual o potencial de obrar con eficacia en relación a algo y dicha capacidad es reconocida asociada a la disponibilidad o accesibilidad a determinados recursos considerados valiosos.

 

            Los recursos pueden ser múltiples y de variado tipo: autoridad (en el sentido jurídico-formal de la competencia para la distribución autoritativa-coactiva de bienes o valores societales), prestigio, riqueza, información, capacidad de movilización de intereses o de persuasión, relaciones sociales a las que accede, entre otros. Para conocer los recursos de influencia, se requirió información a los entrevistados a través de la siguiente pregunta: ¿Cuáles son, en su opinión, los recursos en que apoyan su influencia las organizaciones por Ud. mencionadas?(Por favor, utilice como guía la presente tarjeta y haga referencia a cada organización; puede elegir más de un recurso y agregar otros)

 

              El Cuadro 5 presenta un análisis a nivel agregado de los recursos, en porcentajes sobre el volumen total de recursos reconocidos, mientras el Cuadro 6 agrupa las once modalidades de recursos en tres categorías o tipos (recursos económicos, recursos políticos y recursos de experticia); en ambos casos la información se diferencia por provincia.

 

 

 

Cuadro 5: Peso relativo de los recursos de influencia sobre el volumen total de recursos de influencia reconocidos por los actores prominentes. En porcentajes*.

 

Recursos

Córdoba N=438

Entre Ríos N=246

Santa Fe N=248

1 - Capacidad económica

8.22%

8.13%

7.26%

2 - Influencia política

15.53%

12.60%

16.53%

3 - Movilización en su sector

5.25%

7.72%

4.03%

4 - Movilización en su sector y en otros

8.22%

7.72%

6.05%

5 - Repercusión en la opinión pública

7.76%

15.86%

9.68%

6 - Liderazgo en su sector

6.62%

6.50%

3.63%

7 - Liderazgo en su sector y en otros

2.74%

3.26%

3.63%

8 - Conexiones a nivel económico

5.94%

8.94%

7.66%

9 - Conexiones a nivel político

7.53%

9.35%

7.66%

10 - Manejo de información

13.47%

8.13%

13.31%

11- Manejo de recursos técnicos

12.78%

7.32%

11.29%

12 Relaciones extralocales

5.71%

4.47%

8.87%

13 – Otros

0.23%

0%

0.40%

Total

100 %

100 %

100 %

(*) Porcentajes calculados sobre el total de recursos atribuidos por el conjunto de entrevistados a los actores reconocidos como los más influyentes entre los seleccionados por cada entrevistado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuadro 6: Recursos agregados.

 

Recursos

Córdoba

Entre Ríos

Santa Fe

Recursos económicos:

 

 

 

1 -Capacidad económica

14.16%

17.07%

14.92%

8 - Conexiones a nivel económico

 

 

 

Recursos políticos

 

 

 

2 - Influencia política

 

 

 

3 - Movilización en su sector

 

 

 

4 - Movilización en su sector y en otros

53.65%

63.01%

51.21%

5 - Repercusión en la opinión pública

 

 

 

6 - Liderazgo en su sector

 

 

 

7 - Liderazgo en su sector y en otros

 

 

 

9 - Conexiones a nivel político

 

 

 

Recursos de experticia

 

 

 

10 – Manejo de información

11 – Manejo de recursos técnicos

26.25%

15.45%

24.60%

 

 

                Los datos traducen los supuestos conceptuales enunciados al comienzo de los presentes desarrollos: la construcción regional porta “intencionalidad política”, es un “proyecto colectivo” y entonces, aunque los actores económicos en la red son muchos y prominentes, ellos han participado en realidad de un proceso en el que más que los recursos económicos ha interesado la capacidad para coordinar y movilizar a actores gubernamentales y no gubernamentales. Por la misma razón, en su mayoría los actores económicos prominentes no son por eso empresas -que también las hay, aunque no en los dos primeros rangos de influencia-, sino corporaciones de diversos grados (cámaras, federaciones, uniones, etc.). Además estos actores, a través de sus departamentos técnicos (como el Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba), así como de las organizaciones académicas (Academia Nacional de Derecho de Córdoba, Universidad Nacional de Córdoba y otras), han recurrido frecuentemente a estudios y dictámenes, es decir, han buscado conocimiento técnico e información en el proceso de su involucramiento en el desarrollo regional. No es de extrañar, pues, que los recursos de experticia aparezcan relativamente altos. Si ello se aúna a la capacidad de coordinar referida antes, pareciera existir a tenor de los recursos una razonable posibilidad de consolidación de la Región Centro.

 

            Un comentario aparte corresponde a Entre Ríos: esta provincia, - coincidentemente con una menor diferenciación de su estructura  social, a la vez que con un proceso de construcción regional menos horizontalizado en la relación Estado - sociedad civil, que ya se ha descripto-, presenta una mayor concentración de recursos políticos, en mengua de los de experticia. Queda abierto el interrogante si estos recursos de poder -más fluctuantes que los económicos o técnicos- adquirirán la fuerza suficiente para asegurar la articulación a la Región Centro: a más de dos años de firmado el Tratado, la provincia aún no lo ha ratificado.

 

            Como se advertirá, la distinción establecida en relación a los recursos políticos no persigue un interés meramente conceptual. La relevancia de su precisión interesa en cuanto indicador de la capacidad del sistema de decisión de articular horizontalmente los esfuerzos colectivos hacia la consecución de los objetivos de la política propuesta (governance).

 

 

Reflexiones finales a modo de conclusión

 

            La inquietud que subyace al estudio de las formaciones regionales, como es el caso de la Región Centro de la República Argentina aquí presentado, es aquella que tiene que ver con el “esquivo” desarrollo y de la que forman parte las reiteradas frustraciones latinoamericanas derivadas de grandes entusiasmos fundacionales que concluyen, con demasiada frecuencia, en meras fachadas jurídicas formales.

 

            Dado que las teorías sobre innovación institucional enfatizan que el único modo de asegurar la innovación es vigorizando las relaciones interpersonales e interorganizacionales y desarrollando percepciones y actitudes mutuas conducentes a la coordinación de la decisión y la gestión, indagar las fortalezas y debilidades de la Región Centro a este respecto ha parecido el camino más fructífero para una contribución a su afianzamiento.

 

            A tales fines, y recordando el estímulo de Boisier en orden a elaborar "una nueva epistemología regional", hemos propuesto un concepto y una caracterización del fenómeno regional que resulte, por una parte, lo suficiente flexible como para adecuarse a situaciones en rápida mutación y, por la otra, lo necesariamente riguroso para constituirse en el punto de partida de una operativización válida para la investigación empírica.

 

            Estimamos haberlo logrado, recurriendo a la idea de región como sistema de relaciones sociales diferenciado, complejo, flexible y abierto, como una política pública diversa (una “macropolítica”) que involucra a múltiples actores gubernamentales y no gubernamentales, como, en fin, un “proyecto colectivo”. El paradigma de la governance -al que hoy mucho se recurre-, articulado con el enfoque neo-institucional y el análisis de redes, permite detectar aquello sobre lo que insistimos: las interrelaciones entre actores.

 

            Como una aplicación de ello, el presente trabajo muestra las redes de desarrollo regional detectadas en el caso de la Región Centro de la República Argentina. En ellas, promisoriamente para las nuevas modalidades de conducción política, se localizan no sólo organizaciones gubernamentales sino también del sector privado, particularmente empresas, así como organizaciones académicas, profesionales e incluso, aunque en medida muy escasa, sindicatos. Si esta interpenetración entre lo público y lo privado es positiva, pues denota un entramado asentado con seguridad sobre algo más que las declamaciones formales (negocios, prestación de servicios, etc.), ella ha permitido advertir también la ausencia del sector socio-cultural. Contrariamente a lo afirmado pues por el Tratado de Integración respectivo y sostenido enfáticamente por quienes la diseñaron jurídicamente, la región interprovincial subnacional emergente es (o ha comenzado siendo, si se prefiere) una región con neta orientación económica. Reproduce así, por lo demás, lo que está tipificando a los procesos de regionalización en el mundo globalizado.

 

            Otra ausencia significativa es la de los municipios. Salvo las ciudades capitales, las otras, pocas, tienen escasa prominencia en la reticulación del poder regional. Tal parece como si la región hubiera nacido centralizada, en la época de la descentralización.

 

            Digamos finalmente que, desde que surgiera, mucho se ha repetido la palabra “desafío” para esta región. Lo importante quizás es comprender que no se trata de un desafío que reitera otros anteriores de la historia federal argentina. Es un desafío totalmente nuevo: el del mundo globalizado, el de las comunicaciones, el del conocimiento; un mundo complejo, de la coordinación cooperativa y la flexibilidad.

 

 

 

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* El presente trabajo reproduce en lo fundamental el artículo homónimo incluido en el Anuario V/2001, del Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales de la UNC.

** Doctora de Derecho y Ciencias Sociales. Secretaria de Asuntos Académicos de la Universidad Nacional de Córdoba y Profesora de Derecho Político en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la misma Universidad. Se ha desempeñado asimismo como Profesora de Teoría del Estado y del Gobierno en la Facultad de Ciencia Política y RR II de la Universidad Católica de Córdoba. Investigadora; su línea de trabajo se ubica dentro del análisis de políticas públicas, con particular referencia a políticas de innovación institucional y reforma del Estado.

[1] La mayoría de las aseveraciones de tipo teórico y en todo caso, siempre las nucleares, son en verdad extensivas al fenómeno regional en general, con las especificaciones convenientes. Para evitar éstas, el concepto se circunscribe a la formación subnacional, problemática por la que se interesa el artículo.

[2] En el trabajo que se cita, se ha analizado detenidamente este concepto, así como mostrado empíricamente su potencialidad descriptiva respecto a la Región Centro de la República Argentina

[3] “El organizar es un obrar encaminado a promover y a realizar aquellas acciones (u omisiones) necesarias para la existencia actual y constantemente renovada de una estructura efectiva ordenada (organización)” (HELLER, H., Teoría del Estado, FCE, 1987, p. 249)

[4] El subrayado, en el original.

[5] En la década de los años noventa, Argentina optó por la estrategia del "regionalismo abierto" que consiste en formar un bloque en un marco de creciente interdependencia a nivel regional y en un contexto de apertura y desregulación generalizado. El objetivo central es aumentar la competitiviad y  contribuir a formar una economía más abierta y transparente multilateralizando el comercio. Esta estrategia de emblocamiento responde pues a tres principios: constituir una zona de libre comercio, fijar un arancel externo común no muy alto y la búsqueda de nuevos socios.

[6] Por cierto, la distinción entre ambos niveles es útil siempre que no se pierda de vista su interpenetración.

[7] JESSOP, B. – Crisis del Estado de Bienestar, Universidad Nacional de Colombia, Siglo del Hombre Editores, 1999, p. 152.

[8] Para la explicación de ambos enfoques puede verse PARMIGIANI DE BARBARÁ, M.C. – “Sociedades diferenciadas sin conducción poítica? Un aporte para la discusión desde el interés empírico”, en Anuario III,  CIJS/UNC, 1997, págs. 261-273.

[9] Luego del predominio behavorista de las décadas de los cincuenta y sesenta, el concepto de institución ha recobrado la importancia analítica que tradicionalmente ha tenido en los estudios sociales. Sin embargo, su formulación no siempre es clara y, aún cuando ello no suceda, hay desacuerdos significativos entre reputadas teorías. A los efectos del presente artículo, adóptase la siguiente definición de Hall: “Las instituciones son las reglas formales, los procedimientos de acuerdo (compliance) y las prácticas standard operantes que estructuran la relación entre individuos en diversas unidades de la comunidad política y económica” (HALL,P. - Governing the Economy: The politics of state intervention in Britain and France, Nueva York, Oxford University Press, 1986, p. 19). Advertimos que la noción de “prácticas operantes” debe ser entendida como aquéllas generadoras de “reglas de juego” cuyo incumplimiento da lugar a una sanción.

[10] Proyecto “Percepción y estrategias de actores gubernamentales y no gubernamentales en la construcción de la Región Centro de la República Argentina”, dirigido por la autora; con subsidio SeCyT y Conicor/ANPCyT, período 1998/2000. Se ha relevado en el mismo una información cuanti-cualitativa abundante y rica en matices, que ha sido materia de una reciente publicación donde se la sistematiza e interpreta en su totalidad (Parmigiani de Barbará, M.C., 2001b).

[11] En la investigación mencionada se han obtenido asimismo interesantes resultados en las mediciones de cohesión aplicadas a las relaciones profesionales, de intercambio de información y de confianza entre los actores regionales.

[12] Elaborado por Diaz de Landa y Parmigiani de Barbará (v. “Redes de influencia política, poder y desarrollo local” en Hacia un nuevo modelo de gestión local. Municipio y Sociedad Civil en Argentina. Buenos Aires FLACSO, Of. de Pub. CBC/UBA, UCC., 1997).). El mismo es compatible con la lógica estructural del análisis de redes y permite evitar distorsiones derivadas de falta de información por imposibilidad de entrevistar a algunos actores reputados influyentes; su fórmula es la siguiente:

 

Indice de Prominencia o Influencia reputada

Ipri= (ΣMji / ΣM) * (ΣIj / nj); donde:

 

Ipri: Indice de prominencia reputado del actor i.

ΣMji: Suma de menciones que el actor i ha recibido de otros actores j.

ΣM: Suma de menciones realizadas por el total de los entrevistados.

ΣIj: ΣMkj / ΣM donde ΣMkj es la suma de menciones que el actor j ha recibido de otros actores k,

incluyendo el actor i, y ΣM la suma de menciones realizadas por el total de los entrevistados.

nj: El número de actores j que mencionaron al actor i.

Los datos para la medición se obtuvieron de entrevistas aplicadas a los actores involucrados en base a un cuestionario semi-estructurado, siguiendo el procedimiento de encuesta de élite y de la técnica de bola de nieve.

[13] Se logró entrevistar al 88% de los influyentes de la red, por lo que ésta presenta un muy buen grado de validez y puede considerarse cumplido el principio de exhaustividad por saturación.

[14] Para la definición de los rangos de prominencia se determinó el valor medio de la serie ordenada de prominencia que presenta cada red. Se toman luego dos sub-series ordenadas según la formen valores por encima o por debajo de aquél y se determina de nuevo el punto medio de cada una de las subseries.

[15]  Esto fue planteado expresamente y con gran lucidez por un representante del sector empresarial asistente al Foro de Entidades Empresarias de la Región Centro (Córdoba, mayo de 1999)